En diciembre de 2010, la Asamblea General, en virtud de la resolución A/RES/65/189, proclamó el 23 de junio como Día Internacional de las Viudas. La Asamblea General decide observar el Día Internacional de las Viudas el 23 de junio de cada año con efecto a partir de 2011 y exhorta a los Estados Miembros, el sistema de las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales y regionales que, en el marco de sus respectivos mandatos, presten especial atención a la situación de las viudas y sus hijos.
Mujeres invisibles, problemas invisibles
Aunque se dispone de poca información precisa, se calcula que existen unos 258 millones de viudas en todo el mundo, y aproximadamente una de cada diez vive en la pobreza extrema. Con frecuencia, los datos sobre la situación de las mujeres no se desglosan por estado civil, por lo que las viudas son invisibles en todos los niveles de las estadísticas de género, desde las nacionales hasta las mundiales. No obstante, sabemos que muchas viudas de edad se enfrentan a múltiples formas interrelacionadas de discriminación por razones de género, edad, ubicación en zona rural o discapacidad. Otras mujeres son jóvenes todavía cuando pierden a sus maridos, quizás como resultado de un conflicto o porque se casaron con hombres mucho más mayores cuando aún eran niñas.
En muchos países, a las mujeres que enviudan se les niegan sus derechos de herencia y a la tierra y se les somete a degradantes rituales de sepultura y duelo, y a otras formas de abuso.
A menudo, son los propios miembros de su familia los que desalojan a las viudas de sus hogares y abusan de ellas físicamente; a algunas hasta las asesinan. En gran cantidad de países, la condición social de la mujer está inextricablemente vinculada a la de su esposo, de modo que cuando él muere, la mujer ya no tiene lugar en la sociedad. Para recuperar su condición social, se espera de ellas que se casen con uno de los parientes de su esposo, muchas veces en contra de su voluntad. Para muchas, la pérdida de pareja es solo el primer hecho traumático de una terrible experiencia a largo plazo.
En muchos países, además, se estigmatiza la viudez y a menudo es causa de vergüenza. En algunas culturas, se cree que las viudas están malditas e incluso se las asocia con la brujería, lo que provoca que sean víctimas del aislamiento, el abuso o situaciones peores.
Los hijos de las viudas, muchas veces, se ven también afectados por esta situación, emocional y económicamente. Las madres viudas tienen que mantener solas a sus familias y muchas veces tienen que retirar a sus hijos de la escuela y pasan a depender del trabajo de estos. Además, las hijas de las viudas pueden sufrir gran cantidad de privaciones, lo que las hace más vulnerables a ser víctimas de abuso.
Tales crueldades con frecuencia se justificadan en términos de la práctica cultural o religiosa. La impunidad por los abusos de los derechos de las viudas es algo extendido y son pocos los autores a los que se los lleva ante la justicia. Incluso en países donde la protección legal es más inclusiva, las viudas pueden sufrir marginalización social.