Max es un cachorro muy consentido por su tutora, Katie. Todo el amor de ella y el departamento en el que viven son exclusivamente para él. No obstante, un día Katie trae a Duke, un perro mestizo que encontró en la calle y decidió adoptar. Al presenciar esto, Max se siente traicionado y comienza a rivalizar con Duke por el cariño de Katie y “su territorio”. Sin embargo, una serie de eventos inesperados hace que ambos perros colaboren y se conozcan gradualmente, estableciendo finalmente una amistad y aceptándose mutuamente.

La trama del filme “La vida secreta de tus mascotas” refleja de cerca cómo se desarrolla en la realidad la relación entre un cachorro y un perro adulto, desde sus inicios hasta la coexistencia diaria. Aunque en plataformas digitales se puede ver que la relación entre dos canes puede ser armoniosa, es vital entender que lograr esa dinámica requiere un proceso.

Sofía R. Viniegra, profesora de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ) de la UNAM, señaló la importancia de la introspección antes de decidir introducir un nuevo perro al hogar. “Es esencial determinar si el perro adulto se lleva bien con otros canes. A menudo, pensamos que al introducir un cachorro en el hogar solucionaremos los problemas de socialización del adulto, pero puede resultar lo contrario. El cachorro podría interpretar que si el perro adulto ladra a otros, debería hacer lo mismo, adoptando así comportamientos similares. De este modo, en lugar de tener un perro con dificultades, terminamos teniendo dos”, explicó.

La profesora Viniegra y la también académica Karina Torres Melchor, pertenecientes al Programa Único de Internado en el Área de Etología Clínica de la FMVZ de la UNAM, concuerdan en que, para establecer una relación positiva entre perros, es esencial considerar las siguientes recomendaciones:

  1. La primera presentación debe realizarse en un espacio neutro, como un parque o una casa diferente. La finalidad es minimizar actitudes territoriales. Es imprescindible que ambos perros estén con correa, permitiéndoles olfatearse y conocerse. Es crucial asegurarse de que el cachorro y el adulto cuenten con sus vacunas correspondientes antes del encuentro.
  2. Es vital garantizar que exista una abundancia de recursos. Evitar que compitan por un solo juguete o pelota. Es recomendable que cada perro disponga de su propio plato y bebedero.
  3. La familiarización debe ser gradual. Durante el primer acercamiento, mantenido a una distancia considerada “segura”, es necesario observar sus reacciones. Si estas son positivas, es propicio irlos acercando poco a poco hasta constatar una convivencia amigable.
  4. Es esencial que cada canino cuente con su espacio personal. Tanto el perro adulto como el cachorro requieren de un área en la que se sientan protegidos y puedan tener momentos de privacidad.
  5. Es importante reforzar conductas positivas. Unas palmadas delicadas, palabras tranquilizadoras y algún premio comestible son estrategias útiles para comunicarles que su comportamiento es adecuado. Esta retroalimentación, aunque repetitiva, suele ser efectiva.
  6. Si en algún momento no muestran interés en interactuar, no es recomendable presionarlos. Ambos elegirán el momento adecuado para socializar.
  7. Se debe permitir que el perro adulto sea
  8. A pesar de que el perro adulto haya aceptado al cachorro, es esencial continuar monitoreando su relación hasta que ambos demuestren sentirse a gusto en la compañía del otro. En situaciones en las que los tutores deban ausentarse, es recomendable mantener a los perros en zonas separadas para prevenir confrontaciones o comportamientos adversos.

Los perros tienen sus normas, sus jerarquías y saben cómo relacionarse

Además de las recomendaciones ya mencionadas, la intervención humana en la relación entre un perro adulto y un cachorro debe ser limitada. Los tutores deben actuar principalmente como mediadores. Esto significa que, si surge un conflicto y los canes inician una pelea, es responsabilidad del tutor intervenir para separarlos con cuidado y tacto.

“Cuando intervenimos en su forma de comunicarse, ya sea mediante ladridos, mostrando los dientes o intentos de mordedura, podemos ocasionar inconvenientes. De esta manera, el perro adulto, o incluso el cachorro, establece sus límites. Es una parte esencial de su comunicación habitual y, por ello, nuestra principal tarea debe centrarse en asegurar que no haya agresiones”, destacó Karina Torres.

Sofía Viniegra, por otro lado, enfatizó la habilidad natural de los perros para comunicarse entre ellos. “Por ejemplo, en aspectos afectivos, un perro puede establecer ‘yo voy primero’, y los otros deben aguardar su turno. Hay casos en los que a los canes no les inquieta que los acaricien simultáneamente. Sin embargo, estas reglas de convivencia son establecidas por ellos mismos. Si los tutores intervienen excesivamente, pueden generar problemas”, explicó la profesora universitaria.

Ideas destacadas

  1. La relación conflictiva inicial entre Max y Duke, personajes del filme “La vida secreta de tus mascotas”, es representativa de cómo puede evolucionar la relación entre un perro adulto y un cachorro en la vida real, culminando en aceptación y amistad.
  2. La introspección es clave antes de introducir un nuevo perro en el hogar, como destaca Sofía R. Viniegra de la FMVZ de la UNAM. Esta reflexión debe centrarse en cómo se relaciona el perro residente con otros perros, y si introducir un cachorro ayudará o complicará más la dinámica existente.
  3. Si el perro adulto muestra comportamientos problemáticos, la presencia de un cachorro podría llevar a la adopción de esas mismas conductas por parte del más joven, intensificando los problemas de comportamiento en lugar de solucionarlos.
  4. Es fundamental que el primer encuentro entre perros se realice en un lugar neutral, garantizando seguridad y permitiendo que ambos animales se conozcan de manera gradual y bajo supervisión.
  5. Se debe asegurar la disponibilidad de recursos para evitar competencia, garantizando que cada perro tenga sus propios artículos y espacios individuales para prevenir tensiones.
  6. El reforzamiento de comportamientos positivos a través de elogios, caricias y premios es crucial para guiar y recompensar a los perros por interacciones armoniosas.
  7. Es esencial no forzar la interacción entre perros, permitiendo que cada uno dicte su ritmo y mostrando paciencia hasta que se sientan cómodos el uno con el otro.
  8. Aunque se haya logrado una coexistencia pacífica, la supervisión continua es esencial, especialmente en situaciones donde el cuidador no esté presente, para prevenir cualquier confrontación o reacción adversa.

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